Leo que el sector del marketing, en busca de nuevas fórmulas de influencia entre los consumidores, ha creado representantes de marcas. Sí, los ha creado, porque son virtuales. No son famosos. No ha hecho falta convencer a un actor o actriz, por ejemplo, para que represente a una firma. Ha bastado un estudio de audiencias, de valores de marca y de percepciones, para diseñar la representación ideal (el rostro perfecto y la voz idónea) del producto encarnada en un influencer construido a base de código y programación.
Las audiencias han demostrado que la línea entre la realidad y la ficción no es problema para ellas, y el consumo de productos de telerrealidad, en los que no se sabe muy bien lo que es espontáneo o guionizado, demuestra que no importa el origen o la cualidad de la trama que nos interesa.
Cabe, por tanto, imaginarse que la llega de los portavoces virtuales en política puedan ser una realidad, toda vez que el marketing político copia todo lo que el marketing de marca pone en marcha. Ya existen portavoces institucionales, si entendemos que un chatbot turístico o de atención a la ciudadanía es un vocero institucional, pues éste distribuye un mensaje en nombre de una entidad.
Hagamos un poco de historia, breve y reciente. El auge de los influencers dio origen al llamado marketing de influencia, que reúne todo un esquema estratégico que permiten la optimización de la comunicación de los influencers. Además, se hizo rentable el uso del influencer, tanto para marcas que pagan por la promoción de sus productos o servicios, como para quienes son los que divulgan los contenidos promocionados.
La llegada de la inteligencia artificial a la publicidad digital es otra de las más relevantes tendencias de este proceso. En este escenario las marcas políticas logran crear relatos que fácilmente pueden ser divulgados por los influencers virtuales, produciendo un salto cualitativo en la comunicación política.
En este artículo trabajaremos estos aspectos a profundidad.
La web 2.0, como génesis del marketing de influencia
Varios son los elementos qué determinan el surgimiento del marketing de influencia entre ellos destaca:
– la web 2.0 y la llegada de Instagram,
– la acumulación de grandes audiencias por parte de los influencers,
– el surgimiento de las marcas que utilizan a estos para la promoción de sus bienes y servicios,
– la rentabilidad de esta práctica,
– y la especialización de la misma por medio de un esquema estratégico.
La web 2.0 nace como un espacio que facilitó a los usuarios la creación y el consumo de contenidos.
En el marco de estos contenidos se crean las audiencias y se permite la recopilación de información de los perfiles emocionales de los usuarios de las plataformas web 2.0.
A su vez, este proceso permitió en redes sociales, especialmente en Instagram, el surgimiento de personas con la capacidad de crear grandes audiencias a través de sus cuentas. A estas personas es a quienes se les conoce como influencers.
Diferentes marcas reconocieron la gran potencialidad de los influencers para divulgar sus campañas, esto dio origen al marketing de influencia. Esta práctica fue rentable tanto para las marcas como para los influencers. La competencia entre influencers le dio un mayor auge al marketing de influencia, que se convirtió en un proceso de identificación y segmentación de los públicos objetivos, a la vez que se desarrolla la creación de contenidos y el seguimiento de las interacciones entre las audiencias y los influencers.
La inteligencia artificial y sus usos en la publicidad digital
Paralelamente a este proceso, la inteligencia artificial ha tenido un auge importante, que facilita la administración de infinidad de datos producidos en internet, especialmente en las redes sociales.
La capacidad que tiene la inteligencia artificial, para recabar información al adaptar contenidos y segmentar grandes audiencias, llevó a la creación de los primeros bots dedicados exclusivamente a la publicidad digital. Los bots comenzaron a ser usados para producir contenidos y masificar su divulgación, por medio de la práctica del spam.
La cada vez mayor utilización de la inteligencia artificial en la publicidad digital tiene su origen en el aumento de las audiencias existentes en la web 2.0. Esto relega los canales analógicos de publicidad como la radio y la televisión.
Es así que en 2019 la publicidad digital en España superó el monto de la publicidad en medios de comunicación social. Este punto de inflexión demuestra que la mayor inversión en publicidad digital solo es posible por medio de la mejora de las fuerzas productivas, que facilitan el impacto en una mayor cantidad de audiencias, cada vez mejor segmentadas.
El surgimiento de los influencers virtuales
La necesidad de administrar las grandes audiencias del marketing de influencia, y las grandes posibilidades de la inteligencia artificial de crear seres virtuales capaces de hacer lo mismo que las personas dedicadas al oficio de influencers, sumada a la rentabilidad de estas estrategias, propició la creación de los influencers virtuales.
Los influencers virtuales son creaciones de la inteligencia artificial capaces de atraer público en redes sociales como Instagram, por medio de la divulgación de estereotipos con una alta calidad estética, además de crear contenidos que son producidos del análisis del público objetivo.
Los influencers virtuales llegaron de esa manera a competir con los influencers humanos en la atracción de las audiencias, pero también en la atracción de las marcas que pagan por la promoción de sus contenidos.
Inicialmente, los influencers eran personas dedicadas a los medios de comunicación, con una marca personal bien definida, características que le permitían contar relatos de forma visual por medio de sus cuentas en Instagram.
Posteriormente, con la llegada de la inteligencia artificial a la publicidad digital y con la posibilidad de recopilar información tanto de audiencia como de competidores, los influencers virtuales fueron capaces de crear también sus grandes audiencias.
Marcas políticas, relatos e influencers virtuales: el otro nivel de la comunicación política algorítmica
En el contexto de la comunicación política se avanzó en la construcción de la marca política, lo que permitió que tanto los individuos como las organizaciones políticas definieran mejor su promesa de marca, su personalidad y los beneficios que ofrecían a los electores.
Este proceso fue de la mano de la tendencia que comenzó a priorizar en las emociones por sobre el discurso ideológico de las organizaciones políticas y sus diferentes enfoques. El resultado es la reconocida capacidad de la llamada política de las emociones de movilizar amplios segmentos de los electores. Ejemplo de esto fueron elecciones como la del 2016 en la que se impuso Donald Trump. Un ejemplo que ocurrió a la contra en las siguientes elecciones ¿o no?.
Unido a esto la teoría del discurso permitió que se construyera narrativas políticas sostenidas en base a relatos expresados en técnicas como la Storybrand o Storytelling.
Es indudable el potencial de los relatos para movilizar segmentos electorales. Esto confluye con la capacidad de los influencers, que sostienen grandes audiencias en bases a la creación y divulgación de relatos.
A su vez, todo este proceso coincide con el mencionado ya nivel de desarrollo de la inteligencia artificial, que logra articular las acciones que dan origen a la comunicación política algorítmica, a saber segmentación y microsegmentación, creación de contenidos, y divulgación masiva de los mismos.
Sumado a esto la inteligencia artificial puede administrar las grandes audiencias que crean los influencers, para recabar la información que constituye la big data.
Surgiría entonces la utilización de los influencers virtuales como portavoces políticos, ya que estos son capaces de agregar a un público objetivo, que mayoritariamente nacieron a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI.
Si se hace un análisis prospectivo, se identifica los sectores involucrados en el marketing de influencia virtual, se evidencia la existencia de clientes de los influencers virtuales, a saber marcas políticas de políticos y organizaciones; más el aumento de audiencia mayoritariamente joven que pueden ser segmentadas y microsegmentadas, y se le agregan las capacidades cada vez mayores de la inteligencia artificial se puede definir que la tendencia de los portavoces políticos virtuales ha llegado para quedarse.
En un futuro próximo pueden surgir los primeros influencers virtuales dedicados única y exclusivamente a la narración de relatos políticos dirigidos a una audiencia que pasa de los veinte y tantos años a los treinta, lo que implica la adquisición de una mayor madurez política.
Es muy probable que a finales de esta década y comienzos de la próxima se conozca de campañas políticas exitosas que tendrán entre sus estrategias de comunicación política algorítmica la existencia de los influencers virtuales.
A modo de conclusiones
En síntesis, los portavoces políticos virtuales serían una realidad que surgen de la confluencia de varias tendencias nacidas en el seno del actual desarrollo tecnológico de la revolución digital.
Estos portavoces políticos virtuales nacen en el contexto del surgimiento de la web 2.0, que permitió la creación de inmensas audiencias aglutinadas alrededor de las personas que ejercieron la novedosa profesión del influencer. Este hecho compite directamente con los medios tradicionales de comunicación.
A su vez, la mejora en la inteligencia artificial permite la utilización de herramientas innovadoras en el marco de la publicidad digital. Esto propuso la solución de la administración de datos de las audiencias creada en el marketing de influencia.
El resultado de este proceso se une a la especialización del branding político, que hizo uso de estrategias centradas en los influencers.
Prospectivamente se puede concluir que esta tendencia está en aumento, ya que la mayor parte de la audiencia que se aglutina alrededor de los influencers virtuales son jóvenes, que van adquiriendo la madurez política con el transcurso del tiempo, garantizando de esa forma la probabilidad del surgimiento de los portavoces políticos virtuales.