Durante la última década nos hemos planteado la necesidad de cambiar la forma de ejercer la democracia, pasar de los viejos modelos de democracia representativa (la casi única que conocemos) a una más directa, denominada democracia participativa, directa o incluso digital. El debate acabó, al menos en la forma de participar, ya no es posible, o mejor dicho, recomendable, hacerlo presencialmente.
A pesar de contar con avanzadas tecnologías para informática y telecomunicaciones, incluyendo transmisiones por satélite que permiten a grandes paquetes de datos dar la vuelta al mundo en segundos, muy pocos países se han interesado en modificar sus sistemas de votación política para permitirles su evolución y, por tanto, su actualización respecto a los métodos de comunicación actuales de la ciudadanía.
La política tiene como base la comunicación con sus ciudadanos, porque de lo contrario ningún gobernante o partido estaría representando de manera real y efectiva lo que cada pueblo necesita para progresar, para mejorar la calidad de vida. Por lo tanto, es indispensable que la comunicación política y la participación democrática se realice a través de los medios de comunicación que tengan preferencia y estén más al alcance de todo el electorado.
El cambio hacia la democracia digital ha demorado, pero su llegada es inminente. Las condiciones de distanciamiento social que se han aplicado para el control de la pandemia de Covid-19 han permitido evidenciar lo absurdo e irrisorio que resulta que, tomando en cuenta todas las tecnologías existentes y en desarrollo de la actualidad, la humanidad entera se vea privada de ejercer su derecho al voto solamente porque no pueden salir de casa.
En este artículo reúno y evalúo las alternativas al voto tradicional, según su flexibilidad y eficacia en condiciones de distanciamiento social y otras circunstancias adversas, y tomando como base los medios de comunicación y dispositivos de telecomunicaciones más utilizados de la actualidad.
Cargando a cuestas un sistema de voto caducado
Fueron muchos los países que se vieron “obligados” a reagendar o posponer sus actividades de campaña, o sus días de votación, debido al brote pandémico del virus Covid-19 del 2020. Nadie estaba completamente preparado para continuar actividades electorales en un contexto sin gente en las calles y sin reuniones de ningún tipo. Se manejaban las alternativas: las elecciones por correo, las elecciones en línea… pero la logística para llevarlas a cabo no ha sido un tema muy abordado, y como todo nuevo sistema, requiere meses de discusión y trabajo para hacerlo viable.
Ante el demandante panorama de todo lo que implica evaluar, construir, invertir y organizar para modernizar el sistema de voto, muchos países optaron por hacer la vista gorda y encerrarse dentro de las dos opciones conservadoras: “O votamos en las urnas durante la pandemia, o esperamos a que pase la pandemia y votamos en las urnas”. Es decir: O las urnas, o las urnas, no hay alternativa.
Entonces nos encontramos con casos un tanto hilarantes y un tanto trágicos como lo ocurrido en Polonia y en Francia. Las elecciones presidenciales de Polonia estaban originalmente programadas para el 10 de mayo de este 2020, pero el país se encontraba atravesando un escenario de estricta cuarentena debido a los 15.000 casos reportados de coronavirus para la fecha. A pesar de ello fue difícil que los partidos políticos y las instituciones gubernamentales se pusieran de acuerdo entre si llevar a cabo o posponer las elecciones presidenciales. Fue apenas 3 días antes cuando se dio a conocer que sería pospuesta, y un poco más tarde se anunció que se llevarían a cabo el 28 de junio. Para las elecciones municipales de Francia no se le vio tanto inconveniente pedirle a la gente que fuera a las urnas a mitad de una pandemia, al fin y al cabo, ellos proveerían altas medidas de higiene y descontaminación, tanto para los trabajadores y delegados del centro de votación como para los votantes; pero eso no motivó a la ciudadanía a salir de sus casas el 15 de marzo, cuando ya se habían reportado un poco más de 700 casos confirmados de coronavirus y 10 fallecidos. El resultado fue un proceso electoral con una abstención histórica del 56% del electorado, lo cual les restó «representatividad» a los ganadores y les obligó a reprogramar la segunda ronda del 22 de marzo también para el 28 de junio.
Pero, aún siendo parte de los países que decidieron posponer sus elecciones del 2020 con suficiente anticipación y sabiduría, es importante tomar consciencia de que depender de las elecciones clásicas sigue siendo una solución temporal y sin garantías, se debe ir trabajando en una verdadera alternativa, como las votaciones electrónicas. Según los expertos, la Covid-19 tiene grandes posibilidades de convertirse en una enfermedad endémica, y tomará entre 4 y 5 años para poder controlar su desenfrenada propagación, así que eso convierte al sistema de votación de las clásicas urnas en un sistema obsoleto e incómodo para gran parte de la ciudadanía.
Evaluación fugaz de las alternativas
La principal propuesta alternativa para la votación clásica en las urnas es la votación por correo. Ya se había considerado en Polonia utilizar el voto por correo si llevaban a cabo los comicios del 10 de mayo, y se mantendrá entre las opciones para el 28 de junio. Así mismo, el País Vasco y Galicia tienen todo planificado para permitir el voto por correo en sus elecciones reprogramadas para el 12 de Julio, y en muchos condados de Estados Unidos ya aplicó este sistema de Mail-in voting, o Absentee voting para sus elecciones primarias, y también se permitirá en las elecciones presidenciales del 2 de noviembre.
Pero una cosa es buscar alternativas para el voto y otra distinta es modernizar el voto con un sistema alternativo.
La democracia postcovid demanda y justifica dar un paso hacia el futuro: aprovechar las tecnologías para generar interés político y motivar a la participación electoral de la ciudadanía. La generación de adultos actuales quiere simplificar sus actividades a través de telecomunicaciones con alcance global, donde cualquier cantidad de seres humanos se pueden poner de acuerdo para cualquier tema o proyecto, en poco tiempo y con poco esfuerzo.
Las medidas de distanciamiento social en combinación con las tecnologías disponibles señalan un claro camino hacia la democracia digital, la cual puede sustentarse sobre dos poderosos sistemas de voto modernos: el voto electrónico y el televoto.
El voto electrónico
El primer país en utilizar un sistema de voto electrónico a nivel nacional fue Estonia, en el 2005. A partir de entonces lo han utilizado en 7 procesos electorales, siendo el sistema escogido por más del 30% de los votantes. En este país el voto electrónico se hace a través de la plataforma virtual I-voting, creada por e-Estonia, un movimiento gubernamental de modernización tecnológica que se ha mantenido desde su fundación en 1991.
Con el sistema I-voting, los estonios dentro o fuera de su país pueden ejercer su derecho al voto a través de cualquier computadora o dispositivo inteligente con acceso a internet. Los estudios llevados a cabo sobre el sistema I-voting calculan que, basándose en una población de apenas 1,3 millones de habitantes, al realizarse votaciones a través de Internet, evitando que los ciudadanos tengan que salir de sus casas y esperar en filas para votar, se ahorra un total de 11.000 días.
El sistema I-voting garantiza transparencia gracias a su funcionamiento a través de identidades virtuales para cada votante y la posibilidad de “verificar el voto” metiéndose nuevamente al sistema y sobrescribiendo el voto anterior, una solución pensada para combatir los intentos de compra de votos o de votos forzados. Y respecto a la seguridad, está garantizada con la tecnología KSI Blockchain, que, de manera muy similar al funcionamiento de las criptomonedas con la transferencia de dinero, requiere varios procesos de confirmación para el envío del voto, y después ingresa el voto al sistema encriptado que hace imposible modificar los datos ya almacenados.
Aunque todo esto suena muy efectivo, este sistema de seguridad para la votación online ha sido imitado por diversas compañías de software, como la compañía Scytl de España (y sus subsidiarias en Estados Unidos, Canadá, Francia o Suiza), o las compañías Democracy Live y OmniBallot de Estados Unidos, o apps en desarrollo como la Active Citizen de Rusia, o el Swiss Postal Service de Suiza, y, durante las pruebas que se han desarrollado con ellos, ninguno ha cumplido con regularidad las garantías de envío y recepción de datos impenetrable, de protección de datos resistente a intentos de Hack, y de registro de votos inalterable, que son características valiosas para que los resultados de unas elecciones electrónicas puedan considerarse válidos.
Beneficios (pros)
- No requiere el traslado de los electores.
- Reducción en el tiempo de votación por cada ciudadano (recolección más rápida de votos).
- Se diseña para las tecnologías más utilizadas por los electores.
- Ahorra un gran presupuesto en logística y en materiales impresos.
Retos por venir (contras)
- Faltan muchas horas de investigación y desarrollo tecnológico para diseñar un sistema confiable, protegido contra el robo de datos y la modificación de datos.
- Hay que afinar los métodos de verificación de votos, que permitan demostrar la autenticidad de los resultados a la ciudadanía.
- Se debe planificar y garantizar una forma alternativa de votar para aquellos electores que no dispongan de la tecnología para acceder a la votación electrónica.
Se siguen haciendo pruebas y se estima que harán falta entre 4 y 8 años para elaborar y comprobar una tecnología que garantice un voto confiable, que sea de fuente pública (open source), y que resulte accesible y fácil de usar para cualquier ciudadano de cualquier edad. Durante ese tiempo, con toda seguridad el voto a través de Internet será una herramienta clave para restaurar la regularidad de los procesos electorales en la democracia postcovid, para garantizar el voto a pesar de las restricciones que adoptó la ciudadanía frente al coronavirus.
El Televoto
El sistema de voto a través de teléfono ha sido mayormente aplicado para programas de concursos, y más específicamente en el mundialmente conocido Festival de la Canción de Eurovisión.
Pero no es nueva la idea de utilizar este sistema de votación también para elecciones políticas y gubernamentales. En las elecciones de Rusia ya se ha permitido utilizar llamadas telefónicas para ejercer el derecho al voto.
Sin embargo, aunque la tecnología telefónica tiene mucho más tiempo siendo estudiada y desarrollada, el televoto plantea casi tantos retos por resolver como beneficios, sobre todo considerando que estamos atravesando una situación sanitaria delicada con el virus Covid-19.
En el próximo artículo «Votar sin salir de casa: El Televoto como alternativa al voto por correo» hago una lista de pros y contras de este sistema para decidir si vale la pena desarrollarlo y aplicarlo para elecciones políticas.