Por más que nos empeñemos en decir o pensar que votamos con la razón, e incluso en muchas encuestas digamos lo que debiéramos haber votado (de ahí el error en muchas exit polls), lo cierto es que el voto es emoción.
Y esto, que pudiera parecer una obviedad para algunos y una barbaridad para otros se vive una y otra vez en las elecciones, más concretamente hablaré de las pasadas elecciones en México.
México, el 1 de julio de 2018, vivió un momento histórico, ya no solo por la enorme cantidad de puestos que se elegían (presidente, senadores, diputados federales, gobernadores, diputados locales y presidente municipales en muchos estados), sino porque si las encuestas no fallaban -y no lo hicieron-, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su partido, Morena, ganarían las elecciones y el PRI (el archipartido) sufriría un varapalo sin igual. En esta ocasión, las encuestas no fallaron y todo lo que las encuestas anticipaban ocurrió. Los datos son tan demoledores, que en la mayoría de estados el respaldo a Morena fue superior al 60% -una locura-, o que la nueva bancada, tanto en Congreso como en Senado, de Morena es muy superior a la del PRI y PAN juntos.
¿Qué todos los datos nos dijeran que en México Morena y AMLO iban a ganar, nos hacía pensar en el resultado demoledor que llegó?
Creo que la emoción y el efecto de votar por caballo ganador, más el hartazgo con los partidos políticos tradicionales, hicieron que se generara la tormenta perfecta, o lo que es lo mismo, el Tsunami Morena.
Me quedo con las conclusiones de mis amigas Gracia, Paola e Iván:
UNA ELECCIÓN MOVIDA MÁS POR LA EMOCIÓN QUE POR LA RAZÓN
1.- Las emociones (en contra de los partidos tradicionales) pesaron más que las razones que se ofrecían y proponían a los votantes. Tanto es así, que no se recuerdan propuestas de ninguno de los candidatos presidenciales.
2. En los partidos políticos tradicionales hay una nueva generación de polític@s en México que quiere cambiar la política y las estructuras tradicionales. Pero una estructura descalificada por muchos y con pocas luces de renovación; se vio afectada por sus políticos antiguos.
3. El 1 de julio muchos (por no decir todos) los candidatos, sólo tuvieron un rival, un rival que no era un partido con estructura, el rival fue una persona (AMLO).
4. De manera indirecta la consigna era que no gane el PRI. La consigna real era «cambio». El PRI no supo asimilar mucho antes de las elecciones ese panorama. Y el 1 de julio se vio azotado por la decisión de los ciudadanos.
5. El «Tsunami electoral» se desarrolla cuando el voto presidencial arrasa con los otros niveles de elecciones. Senadores, diputados federales, locales, presidentes municipales.
Y sobre todo, ¿cómo es posible que con magníficos canditat@s, con gente muy preparada, se votara por cualquiera que fuera bajo las siglas de Morena? El votante no quiso complicar su voto, con temor de cometer algún error en una elección donde tenía que elegir 5 o 6 candidatos en algunos casos. Prefirió asegurarse y votar ese día por AMLO en las 5 o 6 boletas
Tuve la oportunidad de conocer, incluso trabajar con algunas personas que iban bajo otras siglas y… sinceramente, lamentable que gente tan preparada, tan capaz, tan humana, no lograra los resultados que de otra manera les hubiera correspondido. Ahora vendrán políticos sin conocimiento alguno, políticos que nunca pensaron estar donde estarán, o lo que es peor aún, viejos políticos que fueron cambiando de siglas y que ahora se sumaron al proyecto solo por el poder, ciudadanos que no conocen a sus autoridades y que el tiempo nos dará la razón.
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