Colombia 2026: violencia, polarización y poder global — las tres batallas que decidirán quién llega a la Casa de Nariño
Colombia se prepara para un nuevo ciclo electoral en 2026. La victoria de Gustavo Petro Urrego en 2022 marcó un punto de inflexión en la historia política del país y representó grandes expectativas frente a cambios estructurales y necesarios.
Actualmente, temas como la seguridad, el postconflicto, narcotráfico y polarización vuelven a dominar la agenda pública, evidenciando que el cambio prometido aún se debate entre la esperanza y la resistencia del viejo orden político. Ya hablábamos de ellos hace casi 4 años en 5 Temas claves de la narrativa política en las elecciones Colombia 2022, por lo que es buen momento para, en base a lo analizado en aquel momento, ver en qué punto se encuentran en Colombia.
Analizamos a continuación cuál es el clima político de cara a las próximas elecciones, qué temas dominarán la agenda y cómo se perfila el espectro político hacia la Casa de Nariño.
Elecciones Colombia 2026, fechas clave y calendario electoral
Como sucede cada cuatro años, en 2026, Colombia elegirá un nuevo órgano legislativo, así como los cargos de presidente y vicepresidente.
La primera cita de la ciudadanía será el 8 de marzo para la elección de los miembros de la cámara, instancia de representación territorial. A su vez, los votantes elegirán a quienes conformarán el senado, cuyo nivel representativo es de carácter nacional.
Habitualmente, estas primeras elecciones miden en gran medida el pulso de las presidenciales, ya que definen las fuerzas políticas con mayor peso, y la representatividad del conjunto de partidos políticos en el órgano legislativo. Igualmente, impulsan alianzas partidistas, y terminan de definir la estrategia de las candidaturas a la presidencia.
Y no es para menos, de la conformación del órgano legislativo dependerá la capacidad de gobierno de quien ocupe la vacante de la presidencia. Así como el éxito y la eficacia en las reformas que proponga, y por supuesto, define la fuerza opositora.
La segunda fecha más importante será el 31 de mayo, momento en el que la ciudadanía deberá elegir entre seguir en la senda del progresismo, volver a un eventual gobierno de derecha o elegir una opción de centro, que por ahora no aparece tan clara o con tanta fuerza en el espectro político.
Por último, y como ha sido habitual, al menos desde 2002, la Registraduría Nacional, ha definido el 21 de junio como fecha para una eventual segunda vuelta, en el caso de que ninguna candidatura supere más del 50% de la votación.
Clima electoral y espectro político
Colombia ha sido un país con una complejidad política importante. Un largo conflicto armado interno, un sistema político relativamente cerrado, el flagelo del narcotráfico, la violencia política, y las desigualdades estructurales han sido temas clave a lo largo de sus procesos electorales.
Aunque el país ha entrado en una senda de postconflicto, con claros avances, y pese a una larga y experimentada lucha contra las drogas. Colombia sigue presentando importantes índices de violencia criminal e inseguridad. No obstante, en paralelo, se reconocen importantes logros en materia de empleo, disminución de la pobreza, inversión, crecimiento económico e inserción dinámica del país en el contexto internacional de los últimos años.
En definitiva, son variados los factores que están incidiendo e impactarán las elecciones de 2026, sin embargo, nos enfocaremos en los, por su actualidad y peso, pueden influir con mayor fuerza los próximos comicios. O bien, determinar el rumbo y distribución de las fuerzas políticas, tanto en el órgano legislativo como en el de gobierno.
- Aumento de la violencia política y criminal
Pese al escenario de postconflicto generado por los Acuerdos de Paz de La Habana en 2016, e incluso, de la apuesta del actual gobierno con su política de Paz Total, el país sigue cosechando fuertes rachas de violencia criminal y política.
Hechos como el reciente atentado que acabó con la vida del ex candidato a la presidencia Miguel Uribe Turbay. Así como el asesinato a miembros de la fuerza pública dedicados a labores antinarcóticos en Antioquia, y el atentado de un camión bomba en Cali durante los últimos meses, reviven las peores épocas de la violencia que atravesó el país durante las décadas de los años ochenta y noventa.
De igual manera, las constantes acciones criminales de las disidencias de las Farc, es decir, grupos que se negaron a pactar en La Habana. Junto con el recrudecimiento de la violencia criminal ligada al narcotráfico de otras estructuras como el ELN o Clan del Golfo, siguen poniendo en jaque la política de seguridad y paz del gobierno en gran parte del territorio.
En este contexto, y a menos de un año de las elecciones, la seguridad se sigue posicionando como primer tema de la agenda. En este sentido, según una encuesta realizada en abril de 2025 por la firma Invamer, para el 36% de la población, la seguridad sigue siendo el principal problema del país. Por encima del sistema político (22%) o la economía (16%).
De otra parte, además de ser un tema central en la agenda de las próximas elecciones. Organismos como la Misión de Observación Electora (MOE), han alertado sobre el riesgo que la violencia directa y la intimidación por parte de estructuras criminales puede generar en los territorios durante las fechas electorales.
La MOE ha identificado al menos 7 regiones o departamentos, donde las estructuras armadas podrían obstaculizar e intimidar la participación ciudadana. Así como financiar candidaturas afines a sus intereses económicos y criminales.
- Polarización y división política
Igual que sucede en el contexto político global, Colombia no es ajena, y nunca ha sido ajena al fenómeno de polarización política. La división política y los discursos radicales o de odio entre sectores políticos han sido una constante en el país.
De hecho, a raíz de este fenómeno, la nación ha sido una de las más golpeadas de la región en términos de violencia política. En este sentido, más de cinco candidatos presidenciales han sido asesinados entre 1948 y 2025.
Aunque con la elección del Pacto Histórico en 2022, el espectro político, tradicionalmente bipartidista y de derecha, pareció abrirse a opciones más progresistas. En instancias como el senado, la opinión pública, medios de comunicación y los principales liderazgos, la división política, y la instrumentalización de discursos emocionales sigue presente, e incidiendo en la capacidad de gobierno, sus reformas, y por supuesto, en lo electoral.
De cara a las elecciones, por ejemplo, acontecimientos como la reciente condena del ex – presidente Álvaro Uribe Vélez, figura política emblemática del país durante los últimos 23 años y líder más visible de las fuerzas de derecha, han agudizado más el ambiente de polarización.
Muchos de los actuales candidatos se han posicionado celebrando o cuestionando el fallo. Y al menos, en los sectores de derecha, plegarse a la mítica figura de Uribe, luego de su condena, tendrá que hacerse bajo un agudo cálculo entre el respeto hacia las instituciones judiciales o el aprovechamiento simbólico de ese liderazgo, su discurso de “víctima del sistema de justicia” y su caudal electoral.
Por su parte, entre los precandidatos de izquierda, uno de ellos, la contraparte de Uribe en el juicio, se deberá cuidar de no convertir la condena en un trofeo electoral. Algo que agudizaría la politización de lo judicial y contribuiría más a la polarización ya instalada.
En definitiva, todos estos antecedentes y el clima actual, se reflejan en la atomización partidista existente. Asimismo, en el número de candidaturas y precandidaturas inscritas. De acuerdo con la MOE, dicha hipersegmentación partidista genera preocupación en la estabilidad del sistema político frente a las próximas elecciones.
La razón es que, para alcanzar el umbral electoral, muchos de ellos deberán hacer alianzas e incluso desaparecer, aumentando así el riesgo de fragmentación de los liderazgos políticos, la coherencia ideológica y la responsabilidad ética y programática en la elección de las candidaturas.
- Política exterior
La presidencia de Gustavo Petro ha sido una de las más activas y protagónicas en términos de política exterior y relaciones internacionales.
Sus diversas intervenciones en organismos como la Asamblea de las Naciones Unidas, sumado a su fuerte posicionamiento respecto a temas medioambientales o frente a gobiernos como el de Donald Trump. Así como en coyunturas como el conflicto en Gaza, le han situado como un líder altamente visible en estas esferas. Y al país, en el foco de las decisiones e influencia de gobiernos históricamente aliados como el norteamericano.
Hechos como la reciente descertificación en materia de lucha contra las drogas, adelantada por la administración Trump, han generado cierto clima de incertidumbre y temor por la posible pérdida en la confianza a la inversión extranjera en el país.
Igualmente, las relaciones activas que el gobierno ha adelantado con otras potencias globales como China, o su reciente ingreso al banco de desarrollo de los BRICS y la solicitud de ingreso a los mismos, convierten la política exterior de Colombia en un asunto crucial para la nueva administración.
Por lo tanto, quien aspire a la Casa de Nariño deberá diseñar una política altamente estratégica y competitiva en esta materia, sobre todo, al vaivén del cambio de fuerzas geopolíticas y geoeconómicas actuales.
Qué estará en juego en 2026
Las elecciones de 2026 pondrán a prueba la madurez democrática del país ante tres dilemas centrales: cómo contener la violencia, cómo desactivar la polarización y cómo definir su papel en un mundo multipolar. El resultado no solo determinará un gobierno, sino la dirección del proyecto nacional en la próxima década.
En suma, las elecciones de 2026 serán un punto de inflexión en la historia política de Colombia. La gestión de la comunicación, la coherencia narrativa y la capacidad de conectar emocionalmente con la ciudadanía marcarán la diferencia entre las candidaturas que logren consolidar confianza y aquellas que se diluyan en la polarización y el ruido mediático.
En este contexto, los equipos políticos deben fortalecer su análisis estratégico, planificar con visión de largo plazo y articular mensajes capaces de responder a un entorno informativo cada vez más fragmentado y exigente. La comunicación electoral ya no se trata solo de visibilidad, sino de construir legitimidad, credibilidad y propósito.
Por ello, resulta clave contar con acompañamiento experto en comunicación política y diseño de estrategias electorales. Desde nuestra experiencia como consultores, ayudamos a equipos de campaña, gobiernos y liderazgos emergentes a convertir datos en votos, diseñando narrativas sólidas y estrategias coherentes con los nuevos escenarios digitales y sociales.
Las elecciones de 2026 no solo definirán quién gobernará, sino también cómo se comunica el futuro político de Colombia.