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5 estrategias que pueden salvar una campaña política

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5 Estrategias de Comunicación Política que marcarán la diferencia en una campaña política

En una campaña política, son múltiples los factores que pueden influir en el resultado, desde cambios en el panorama electoral hasta imprevistos de última hora. Sin embargo, uno de los elementos más determinantes es, sin duda, la estrategia.

En este sentido, el mensaje, la imagen y la forma en que se conecta con los votantes pueden definir el éxito o el fracaso de una candidatura. Incluso, cambios de último momento en cada uno de ellos, pueden precipitar el éxito o el fracaso de un candidato. Por eso, no se trata solo de diseñar una estrategia sólida, sino de saber adaptarla en el momento preciso para maximizar su impacto.

Considerando lo anterior, en este post, exploraremos cinco estrategias de comunicación que pueden marcar la diferencia en cualquier campaña, incluso en aquellas que parecen estar en desventaja.

cinco estrategias de comunicación que pueden marcar la diferencia en cualquier campaña
  1. No enfocarse solo en el candidato

Uno de los errores más comunes en las campañas políticas es centrar toda la estrategia solo en el candidato, olvidando que su verdadero propósito es representar a la ciudadanía. Si bien la imagen es clave, y no deben descuidarse los esfuerzos por fortalecerla durante todo el proceso. Una campaña exitosa también debe enfocarse en los votantes, dándoles visibilidad y haciéndolos sentir parte del proyecto. Se me vienen a la cabeza infinidad de campañas hechas en paralelo al candidato, incluso sin candidato, exitosas.

Hoy, con la influencia de los medios digitales, el electorado no solo recibe información, sino que interactúa y exige ser escuchada. Por lo tanto, cuando una campaña ignora este aspecto y se limita a exaltar al candidato, corre el riesgo de desconectar con la gente. De ahí que la clave esté en construir un mensaje que los incluya y les dé protagonismo. No hay nada más eficiente como una campaña «sin candidato» en el que se empodera a la ciudadanía y hacen el trabajo por la propia campaña.

Un gran ejemplo de esta estrategia fue la campaña presidencial de Barack Obama en 2008. Al inicio, su candidatura parecía improbable: era afrodescendiente, con poca trayectoria política y rivales de peso. Sin embargo, su equipo transformó ese desafío en una fortaleza al involucrar activamente a la ciudadanía en el proceso electoral.

Más que centrarse en su figura, la campaña puso el foco en los votantes y en su deseo de cambio. El lema «Yes, we can» reflejó esa idea, convirtiéndose en un llamado colectivo a la acción. La estrategia funcionó porque empoderó a la gente y la hizo parte del movimiento, demostrando que una campaña no se gana solo con un candidato fuerte, sino con ciudadanos activos y comprometidos.

  1. Conocer muy bien al electorado y actuar-comunicar en consecuencia
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A menudo, una de las principales fallas de una campaña es que no logra conectar y representar adecuadamente a su electorado. Un candidato ajeno a la gente, inalcanzable o desconectado de las ideas y necesidades ciudadanas, es un candidato destinado al fracaso.

En este orden, las campañas pueden pasarse meses adelantando una estrategia de imagen o comunicaciones que suponen, atraerá lo que busca el electorado. No obstante, no siempre da buenos resultados, ¿por qué?

Las razones van desde un conocimiento superficial de las audiencias, hasta una falta de personalización de los mensajes o una ausencia en el uso de los canales adecuados. Y la mejor forma de solucionar cada uno de estos escenarios es conociendo lo mejor posible a los votantes.

Es en este punto cuando un proceso de investigación sólido, extenso y constante a lo largo de la campaña, es lo que, en definitiva, puede transformar una campaña perdedora en una exitosa. Y como siempre me gusta decir: Sin investigación no hay estrategia, solo improvisación y ocurrencias.

En este sentido, no solo basta con hacer un estudio profundo, previo al inicio de la campaña y al diseño de las estrategias. Sino que, lo anterior también debe ser complementado con la investigación constante en todas las fases del proceso electoral.

Esto permitirá ejecutar una estrategia ajustada a los diferentes momentos, dada la volatilidad de la opinión pública, los cambios en el foco de la agenda o la posibilidad de ataques a la imagen, crisis de reputación, entre otros.

Una campaña que supo capitalizar muy bien este factor, luego de dos intentos fallidos, y un tercero en un contexto social y económico complejo, fue la del expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

A pesar de los sectores que lo catalogaron como un candidato polarizador, y como un peligro para México. En la campaña que le dio el triunfo, AMLO supo conectar con las emociones más profundas de su electorado, como eran la frustración y el rechazo hacia la corrupción. Así como el hartazgo de los partidos y clase política tradicional.

De esta manera, Obrador supo desconectarse de estas corrientes y encarnar una verdadera opción para el cambio, a través de un lenguaje sencillo, muy cercano y directo. Al tiempo que presentó propuestas y reformas que gran parte de la población mexicana estaba esperando.

  1. Liderar la agenda y catalizar la opinión pública
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Aunque no es una estrategia fácil de ejecutar, en momentos clave puede ser determinante. Se trata de la capacidad de un candidato y su equipo para posicionar sus propios temas en la agenda pública, en lugar de limitarse a reaccionar a lo que imponen sus rivales u otros actores.

Esta estrategia permite no solo ganar visibilidad y liderazgo, sino también reforzar la imagen del candidato en los temas en los que se desenvuelve mejor. Además, le da la ventaja de llevar el debate a su propio terreno, obligando a sus contrincantes a posicionarse en discusiones que le resultan favorables. ¿Cuántas elecciones no cambian el marco y cambia el orden de preferencia electoral? yo siempre recuerdo la elección presidencial de Costa Rica del 2008, cuando el marco pasó de corrupción a matrimonio igualitario.

En términos de propuestas, liderar la agenda, definir el marco más beneficioso, permite resaltar los beneficios del programa político, logrando que sus ideas estén en el centro del debate. Sin embargo, quizá el mayor valor de esta estrategia es la conexión inmediata con el electorado, facilitando que el candidato sea escuchado.

Más allá de aumentar su popularidad, esta interacción directa le brinda información clave sobre la percepción ciudadana. Así, no solo posiciona su mensaje, sino que obtiene insumos valiosos para ajustar y fortalecer su estrategia, haciéndola más efectiva.

  1. Diferenciarse

Vivimos en una era de sobreabundancia de información y exposición constante a los medios. En una campaña política, es común que cada candidato invierta grandes sumas en publicidad, redes sociales y medios tradicionales. De ahí que la ciudadanía pueda experimentar una sensación de saturación, indiferencia y total hartazgo.

Por ello, diferenciarse no solo implica aparecer más, sino saber hacerlo, encontrando formas innovadoras de conectar con el electorado. Esto requiere diversificar las estrategias de comunicación, explorando nuevos formatos, narrativas y canales que permitan una interacción más auténtica con los votantes.

Hoy, más que nunca, la creatividad y la personalización son clave. En esa medida, conocer a fondo al electorado permite diseñar mensajes específicos para cada segmento, logrando una comunicación más efectiva y persuasiva.

Para aplicar esta estrategia con éxito, el candidato y su equipo deben estar constantemente atentos al contexto, conocer las fortalezas y debilidades de sus rivales y entender las expectativas de sus votantes. Solo así se podrá construir una propuesta diferenciadora que genere impacto real y medible.

Sin embargo, es fundamental evitar caer en la diferenciación forzada o sin propósito. Intentar destacar a cualquier costo puede resultar contraproducente, provocando rechazo, burla o pérdida de credibilidad. La clave está en encontrar un equilibrio entre autenticidad, innovación y conexión real con la ciudadanía.

  1. Comunicar visual y emocionalmente
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En una campaña política, la comunicación visual es un pilar estratégico que debe integrarse de manera transversal. Así como un mensaje puede inspirar y movilizar, una imagen tiene el poder de generar impacto inmediato en la percepción de los votantes.

Adicionalmente, si tenemos en cuenta que, en la era digital, las plataformas visuales dominan la comunicación, el uso de imágenes, gráficos y videos es esencial. Su ventaja radica en que transmiten emociones y argumentos de forma rápida, sencilla y profunda, logrando una recordación mucho mayor que un discurso extenso.

En este orden, desde corrientes como la psicología de la percepción y la teoría del color se ha demostrado que los estímulos visuales pueden evocar emociones específicas. Así como moldear la forma en que las personas procesan la información. De este modo, colores, símbolos e íconos bien utilizados pueden reforzar mensajes políticos y generar conexiones emocionales con el electorado.

En consecuencia, el impacto visual va más allá de lo decorativo: una imagen bien diseñada puede convertirse en un ícono de campaña, sintetizando ideas complejas en un solo vistazo. Movimientos políticos exitosos han sabido aprovechar esto, desde el uso de colores simbólicos hasta gestos visuales que se asocian con una causa.

Por ello, una estrategia efectiva debe cuidar cada detalle visual, asegurando que no solo complemente el discurso, sino que lo potencie y lo haga memorable para los votantes. En política, las imágenes no solo ilustran, sino que construyen realidades y emociones que pueden definir el rumbo de una elección.

En definitiva, más allá de comunicar, una estrategia será útil para cualquier campaña, y en cualquier momento, si logra conectar, inspirar y movilizar. Las campañas más exitosas no son necesariamente las que más recursos invierten, sino aquellas que logran captar la esencia de su tiempo, interpretar las emociones colectivas y traducirlas en una visión que resuene con la ciudadanía. Y es justo esto a lo que se debe apelar en aquellos momentos en que el camino parece perdido.

En este día...

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