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IA en campaña: ¿revolución tecnológica o amenaza democrática?

Ventajas, desventajas y riesgos de la IA en la comunicación política

Si por algo nos sorprendió la última campaña a la presidencia de los Estados Unidos fue por el gran uso de la Inteligencia Artificial (IA). Recordemos que tras el lanzamiento de la candidatura de Biden, los Republicanos lanzaron un video creado por IA donde se alertaba de un escenario catastrófico de guerra e invasión de inmigrantes, en caso de que el demócrata fuera reelegido.

Sus efectos no se hicieron esperar, causando revuelo entre ambos partidos y en la opinión pública en general. No obstante, más allá de su contenido, el mensaje era claro: la comunicación política ha incluido en su equipo a los algoritmos, potenciando así el alcance de su estrategia.

Desde discursos, microtargeting y personalización de mensajes para redes sociales, hasta análisis de datos predictivos para gobiernos y campañas. Los alcances de la IA demuestran un enorme potencial para la comunicación política. No obstante, como en el ejemplo mencionado, también empiezan a notarse los riesgos de desinformación, discursos de odio y tergiversación de la realidad.

A continuación, problematizaremos algunos de los usos de esta herramienta en comunicación política, señalando sus ventajas, desventajas y riesgos éticos.

IA y comunicación política

Gracias al desarrollo de herramientas tecnológicas como la IA y sus diferentes vertientes: generativa (Gen IA), machine learning (ML), computer visión (CV), o procesamiento del lenguaje natural (PLN), la comunicación política ha podido experimentar avances enormes en los últimos años.

Al enfocarnos en las tres vertientes de mayor importancia en la comunicación política, es decir, la comunicación gubernamental, electoral y de crisis, podemos encontrar una gran tecnificación y especialización en la toma de decisiones. Al tiempo que una enorme precisión en el uso de datos, algo indispensable para la correcta planificación y el diseño de estrategias efectivas.

Si bien en la mayoría de los casos, las herramientas generativas, de ML o PLN, permiten una excelente optimización de recursos y un conocimiento más estricto de las audiencias. También es cierto que un uso no regulado, la instrumentalización de sesgos cognitivos y la manipulación con contenidos hiperpersonalizados, generan preguntas éticas sobre sus usos en política y la transparencia democrática. Veamos en concreto ambos rasgos.

Ventajas estratégicas de la IA en comunicación política

Más allá de los videos sensacionalistas o falsos que vemos en redes sociales. La IA está favoreciendo un proceso muy importante de eficiencia en la toma de decisiones políticas y gubernamentales. Pero también, en la planificación de nuestras ciudades o en la forma en que se puede gestionar una crisis.

En ámbitos como la comunicación gubernamental, la IA proporciona información precisa, detallada, y en tiempo real para la toma de decisiones. Pensemos en índices de desempeño económico, estadísticas de salud pública o indicadores medioambientales.

Cada dato analizado y recopilado a través de estos sistemas, garantiza un nivel de precisión y predicción fundamental en el diseño de políticas, la gestión del riesgo o de crisis exitosas. Al tiempo que puede dotar de transparencia dichas decisiones y favorecer la confianza en las instituciones.

A su vez, en el marketing político, el microtargeting ha impulsado una nueva forma de segmentación de contenidos para las audiencias. Con herramientas de ML, las campañas ya no solo pueden generar mensajes adaptados a temas demográficos, sino también ajustadas a intereses, personalidad o emociones de las audiencias.

Lo anterior, siempre que se use con un sentido democrático, tiende a favorecer una conexión más genuina y cercana entre candidato-ciudadano, aspecto que va a reflejarse en las urnas y en la popularidad.

Opinión pública y la IA

Por su parte, encontramos que el análisis de la opinión pública, aspecto altamente relevante en temas gubernamentales, electorales y de legitimidad política, también se ha especializado.

En este sentido, mediante los sistemas de PNL los algoritmos pueden identificar, a través de canales como redes sociales o las mismas instancias del gobierno en línea, aquellas demandas mayoritarias de la población. Al igual que sus principales preocupaciones, necesidades, enfoque y los territorios afectados.

Lo anterior, está permitiendo que las herramientas de IA agilicen y simplifiquen procesos de democracia participativa, consultas ciudadanas y en una gestión pública más cercana. Igualmente, está siendo efectivo en la definición de programas de gobierno más ajustados a las realidades ciudadanas. Esto último lo venimos desarrollando en diversos gobiernos de Latinoamérica desde hace ya bastante tiempo con notable éxito y grandes ventajas para los funcionarios públicos de dichos países.

En esta línea encontramos que ya se han implementado chatbots institucionales que responden a ciudadanos con datos oficiales. Así como sistemas de IA que analizan el estado emocional colectivo durante emergencias, para guiar la comunicación de gobiernos en tiempo real. En suma, la IA, bien utilizada, puede ser una aliada potente para comunicar de forma más ágil y efectiva.

Límites y desventajas de la IA en comunicación política

Aunque los beneficios de la IA están cada vez más en boca de todos y, claramente, mediante los canales correctos, tienen el potencial de mejorar nuestras vidas. También es cierto que, al hablar de sus ventajas, es necesario hacer un análisis crítico y estratégico de sus limitaciones. Al menos en el punto de desarrollo que nos encontramos hoy en día.

En cuanto a la generación de contenido hipersegmentado y ajustado a perfiles específicos de la ciudadanía. Es importante precisar que, ya sea con enfoque electoral o gubernamental, este tipo de mensajes requieren siempre de una orientación, revisión y edición humana.

En esta línea, uno de los principales desafíos es la pérdida de autenticidad. La razón es que, un contenido no humanizado, por más ajustado, bien redactado o segmentado que sea, tiende a ser percibido como impersonal, plano o predecible. En contraste, la voz humana, con sus matices, imperfecciones y carga emocional, sigue siendo un elemento fundamental para impulsar una conexión auténtica con el electorado.

Por lo tanto, una campaña que no direccione con sentido humano sus contenidos, y privilegie lo automatizado en función de las ventajas que brinda la segmentación, corre el riesgo de volverse irrelevante o desconectada del sentir colectivo.

Además de esto, pese a que los modelos algorítmicos se adecúan cada vez mejor a las necesidades humanas. La IA todavía tiene dificultades para captar matices culturales, simbólicos o contextuales, así como para interpretar otros parámetros identitarios, lo que a menudo hace que actúe a partir de sesgos y exclusión.

Al respecto, es fundamental tener presente que, pese a la capacidad de análisis, generación de contenido específico y adaptado, seguimos hablando de una herramienta que carece de empatía, carisma, y percepción, más allá de indicaciones (promts) textuales o códigos.

Es decir, una IA puede replicar perfectamente un discurso estructurado, no obstante, no siempre interpretará adecuadamente las sensibilidades locales, la coyuntura o los estados emocionales colectivos. Esto puede derivar en errores de tono, o en mensajes descontextualizados, especialmente en entornos multiculturales o en situaciones críticas.

Bots institucionales, ¿agilidad o frustración ciudadana?

En el escenario gubernamental o público, por ejemplo, un uso cien por cien automatizado de la IA y sus herramientas, corre el riesgo de generar un tipo de comunicación estandarizada. Es decir, mensajes que suenan igual y dicen todos lo mismo, desconociendo las particularidades y necesidades ciudadanas.

Esto, si bien puede descongestionar algunos servicios, en muchos casos va a dar la sensación de desconexión o frialdad institucional. Al tiempo que desconfianza, indignación y rabia. Los y las ciudadanas necesitan saber que, en determinadas situaciones como crisis u orientación en servicios, una persona de carne y hueso puede guiarles y entenderles.

Por último, y esto es extensivo a muchos sectores. Un uso poco reflexivo y mecanizado de la IA puede generar un riesgo menos visible pero relevante, y es la dependencia tecnológica. Cuando los equipos políticos y gubernamentales delegan excesivamente en sistemas automatizados, se corre el riesgo de debilitar las capacidades discursivas humanas. E incluso, de responder de forma inadecuada a situaciones que requieren juicio político, sensibilidad y empatía, o pensamiento estratégico.

Riesgos y desafíos éticos de la IA en comunicación política

Por último, ante el avance y expansión del uso de la IA en política, no solo durante campañas, sino en gobiernos activos. Y ante la falta de regulación en la mayoría de países en torno a estas herramientas, su uso y limitaciones. Más que nunca es importante insistir en los desafíos éticos, políticos y democráticos que nos plantea.

Como hemos visto con el ejemplo planteado al inicio, y también con otros sucedidos durante la campaña estadounidense. Un uso indebido de la IA empieza a influir radicalmente en la percepción ciudadana sobre lo real y lo no real. Igualmente, las fronteras entre lo ético, los valores ciudadanos y la transparencia, empiezan a tambalear.

En este orden, si bien avances como el microtargeting o la hiperpersonalización del contenido permiten llegar de forma más directa y efectiva a los votantes. Está claro que un uso no ético, favorece abiertamente la manipulación emocional y cognitiva de las audiencias. De modo que pilares democráticos como: ciudadanía libremente informada y debate abierto, quedan totalmente bajo amenaza.

Otro riesgo clave es la opacidad algorítmica. Muchas de las decisiones que toma una IA, por ejemplo, qué tipo de contenido mostrar, a quién y en qué momento, están determinadas por sistemas complejos cuyo funcionamiento es desconocido, incluso para quienes los operan. ¿Quién Tiene el Poder: Tú o la Tecnología?

Esto está generando lo que expertos denominan como la “caja negra” tecnológica, es decir, un punto ciego en la gestión y manipulación de estas herramientas que hace muy difícil auditar o cuestionar cómo se está moldeando la conversación pública a través de ellas.

Si a eso sumamos a corrientes ideológicas, políticas, económicas, o simplemente individuos que mueven tendencias de un lado o de otro según sus intereses, entonces los niveles de atomización y conflicto social amenazan gravemente el equilibrio y el consenso ciudadano.

En consecuencia, la IA, en lugar de acercar a los ciudadanos a la política, puede terminar encerrándolos en cámaras de eco diseñadas a medida. Por eso, su uso en comunicación política no puede desligarse del diseño de marcos éticos, regulaciones claras y una ciudadanía informada que exija transparencia y responsabilidad. Y en esto, más que nunca, la comunicación política tiene mucho que aportar.

En este día...

Ramón

Apasionado del Conocimiento Libre y de las personas. Autor de Software Libre y Comunicación

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