Sí, siempre escuchamos como la democracia española le debe mucho a la monarquía -algo de lo de que cada día más personas dudan-, pero… ¿y de lo contrario? Lo que la Monarquía le debe a la democracia.
En estos días, con el anuncio de que el Rey de la transición abandona su puesto para dejárselo a su hijo, escuchamos referencias a la Constitución Española, a la imposibilidad de preguntarle a la ciudadanía si considera que ya es tiempo de acabar con algunas de las herencias de la dictadura, de plantearnos si quiera si cualquier persona por su condición, apellido,… debe gobernar o no. Y aún peor, la preocupación no por todas las familias que siguen sin empleo, las que están en situación de pobreza extrema,… sino de que el Rey -ahora que deje de serlo- se encuentre en una situación de «inviolabilidad». ¿Realmente es serio que con la que estamos pasando en este país la principal preocupación de la Casta sea que el Rey pueda ser denunciado si comete una fechoría?
Mientras se sigue hablando del soplo de aire fresco que ha supuesto Podemos, de como este nuevo movimiento está obligando a muchos otros a plantearse que es necesaria otra forma de conversar con la ciudadanía, o simplemente conversar: la política del siglo XXI que debe estar basada indudablemente en los valores del 2.0
Cuando en un montón de páginas existen firmas de muchos ciudadanos y ciudadanas reivindicando un derecho que debiera no ser exigido, como es la oportunidad de poder expresar opinión, de poder decidir si se quiere un jefe de gobierno elegido por la ciudadanía o por su apellido, etc. Cuando incluso al PSOE se le entregan 350.000 firmas solicitando un simple referéndum, sin que tenga ningún tipo de reacción, … algo no está funcionando.
Y, una vez más, la ciudadanía cansada del divorcio existente entre la política del siglo XIX y la del siglo XXI, se auto-organiza: #ReferendumRealYa
E igual de triste encontrarnos con un nuevo ejemplo de lo que acontece en el día a día político español:
Un nuevo acto contra la libertad de expresión, contra el ejercicio de la POLÍTICA, y si, política en mayúsculas, de las personas que se presentan ante la ciudadanía para preocuparse por sus necesidades, para reivindicar una sociedad más justa, más social, con más oportunidades,… mientras en el Congreso, lugar donde debieran recogerse los verdaderos problemas de la ciudadanía, se debate sobre perpetuar modelos caducos y de otras épocas.
Por otro lado, se abre un importante precedente, ¿Y si expulsamos a diputados díscolos cada vez que tenemos que debatir o votar un tema peliagudo? ¿No es esta manera una nueva forma de dictadura? ¿De imposición?
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