Cuando la comunicación institucional se convierte en propaganda (y deja de servir)
La comunicación institucional debe informar y rendir cuentas, no convertirse en propaganda. Cuando se usa para la autopromoción, genera desinformación y desconfianza. Solo una comunicación clara, ética y transparente refuerza la legitimidad democrática y fortalece la relación entre gobierno y ciudadanía.