Seamos claros, los primeros 30 días de una campaña política suelen ser decisivos en la probabilidad de éxito electoral. Este período marca la diferencia entre una campaña que logra despegar y aprovechar ese impulso para ganar, de una que desde el comienzo lucha por no hundirse.
Para evitar ser parte del segundo panorama, un candidato y su equipo, deben asegurarse de saber administrar muy bien esta primera fase. De este modo, podrán sentarse bases sólidas con las que el electorado pueda identificarse desde el comienzo.
Por eso, en este post no hablaremos de lo que un candidato debe hacer, sino de todo aquello que debe evitar durante este tramo tan decisivo. Siete errores comunes que, si se evitan a tiempo, pueden darle a cualquier proyecto político un soporte mucho más estable y coherente, capaz de construir confianza, liderazgo y votos.
Los primeros 30 días son decisivos para marcar el ritmo y la estrategia de campaña, así como para establecer un primer vínculo y percepción de la ciudadanía. Cualquier paso en falso durante esta fase, será difícil de reparar después porque, aunque parezca cliché, la primera impresión es la que cuenta.
A continuación, hacemos un recuento de las 7 acciones más peligrosas y decisivas al comienzo de una campaña y por qué es preciso evitarlas, o cómo convertirlas en algo positivo para la campaña.
a) No investigar
Uno de los primeros pasos para encaminar correctamente una campaña es investigar. Cuando equipo y candidatura se concentran primero en conocer bien cuál es el tipo de electorado al que quieren llegar, cuál es el territorio, cómo opera, cuáles son sus necesidades y qué quiere la ciudadanía de ese entorno. Entonces, conectar con las personas, o diseñar las estrategias para hacerlo, van a ser más efectivas.
Uno de los principales rasgos del fracaso en campañas políticas es el grado de desconexión entre el político y la ciudadanía. Sobre todo, hoy en día, cuando la democracia, y el proceso electoral en todo el mundo, atraviesa fuertes crisis de credibilidad y confianza.
Recuperar la confianza ciudadana, algo que a la larga se traduce en votos, solo puede lograrse, conociendo su realidad, intereses, intenciones y emociones. De lo contrario, desde el comienzo, la estrategia será planteada en falso.
Otro aspecto fundamental a investigar, es el comportamiento electoral histórico, es decir, cómo ha votado la gente y a qué le ha apostado en el pasado. Cuáles tendencias ideológicas han triunfado y qué tipo de voto es el que destaca en el territorio (opinión, informado, emocional).
Conocer todo esto en conjunto, permitirá trazar una estrategia de imagen, narrativa y electoral mucho más centrada en el votante y alineada con el objetivo de campaña. No hay que olvidar que en la actualidad los datos son la base de miles de procesos, por lo tanto, iniciar una campaña sin ellos es como ir a ciegas.
b) No definir un objetivo claro
Una campaña política ante todo es un proyecto y una parte crucial en la carrera de cualquier político. Por lo tanto, como cualquier proyecto, es imprescindible que cuente con un objetivo definido y claro que apunte a lo que el político quiere en ese punto de su carrera.
En este sentido, no todas las campañas se adelantan con objetivos electorales, es decir, obtener la mayoría de votos. También pueden ser apuestas de posicionamiento de imagen y liderazgo. O simplemente, la intención de reforzar una agenda política y empezar a construir un liderazgo.
Sea cual sea la intención, algo fundamental es que esté bien definida y que además dicha intención u objetivo sea concreto, medible y estratégico. La falta de claridad en este punto no solo afecta la toma de decisiones, sino que también debilita el mensaje, desorienta al equipo y reduce la eficiencia de los recursos.
En conexión con el punto anterior, la definición del objetivo, debe ir de la mano con los datos recabados sobre el electorado y el territorio. De lo contrario, una falta de coherencia y un mal planteamiento puede llevar a errores de cálculo. Por ejemplo, intentar competir con candidatos mucho más consolidados o gastar recursos donde no hay posibilidades reales de incidencia, al menos en un primer intento de campaña.
En definitiva, establecer un objetivo claro, y ajustado a la realidad del proyecto, electorado y territorio, significa actuar con estrategia, inteligencia, realismo y visión de largo plazo. Tener esto claro en los primeros 30 días de campaña garantizará un proceso eficiente y escalable.
c) No establecer una imagen pública clara, auténtica y coherente
La primera impresión deja huella, por eso, durante los primeros 30 días de campaña, la manera en como se gestione y construya la imagen, será determinante para el resto de la campaña, e incluso de la carrera política.
Durante este período la ciudadanía puede ser algo así como un lienzo en blanco, libre de impresiones, o saturación del juego político. Por lo tanto, es el momento perfecto para que con la estrategia y mensaje adecuado se logre dejar una impronta sólida en el imaginario colectivo.
Con esto no nos referimos a construir un personaje ficticio, sino de proyectar una versión auténtica, coherente y alineada con la ciudadanía y las necesidades el territorio. Al tiempo que profesional, cercana y competitiva.
Para lograrlo, se puede jugar con diversos elementos, desde imagen física, el tono de voz, lenguaje corporal, o escenografía. Hasta el despliegue de contenidos digitales y en medios de comunicación. En este período no hace falta ser directo, ni agresivo, sino más bien de construir canales comunicativos eficientes con aquellos votantes a los que queremos llegar.
Sin este puente comunicativo, será más complejo posicionar una narrativa más concreta y enfocada a temas puntuales de agenda, y por ende, lograr conectar efectivamente con la ciudadanía.
Igualmente, durante este tiempo, un error común es querer “verse presidencial” o hambriento de votos adoptando una estética de campaña demasiado forzada y agresiva que no corresponda al contexto social ni al momento de campaña. Seguir este manual acelerado puede generar una percepción equivocada y generar desconfianza.
Con todo, los primeros 30 días se deben aprovechar para generar un primer contacto sólido y cálido con la ciudadanía, sembrando una semilla que pueda irse abonando a lo largo del proceso electoral y partiendo siempre desde la coherencia y la estrategia.
d) Evitar el contacto público con medios, personas y organizaciones
Aunque hoy en día lo digital tiene un peso muy significativo dentro de la estrategia de campaña. Es un grave error apostarlo todo a este tipo de canal y olvidar el contacto real con la ciudadanía, opinión pública y organizaciones.
Si bien los canales digitales y las estrategias de segmentación permiten llegar con precisión a públicos muy específicos, como los puerta a puerta digital. Precisamente, una de las quejas más insistentes de la ciudadanía y la base de su desconfianza en la democracia e instituciones, es la lejanía de los políticos de las personas y las realidades locales.
Negarse o aplazar un contacto directo con el electorado desde los primeros días de campaña, hará que una candidatura tienda a la invisibilización o irrelevancia electoral. El comienzo de campaña es el momento propicio para salir al terreno. Para escuchar, interactuar, y dejarse ver de los votantes.
Una estrategia silenciosa o demasiado contenida puede generar dudas tanto en los votantes como en aliados potenciales, y en la opinión pública en general, porque lo que la ciudadanía espera es precisamente señales claras de liderazgo, apertura y empatía.
Lo anterior, no significa exponerse sin preparación, o sin estrategia, más bien implica planificar una primera fase de visibilidad coherente con la fase de campaña. Para ello pueden desarrollarse ruedas de prensa breves, recorridos por zonas estratégicas, reuniones con organizaciones sociales, entrevistas con medios locales. Todo esto, combinándose con una estrategia digital que permita transmitir cercanía y conexión con el entorno.
e) No definir una narrativa o mensaje coherente con tu imagen y electorado
Una campaña sin narrativa propia, es una campaña sin identidad. En este sentido, los primeros 30 días de campaña son un espacio decisivo para posicionar las bases de esa narrativa, los mensajes centrales y todo el hilo conductor que conecte la imagen del candidato con lo que dice, cómo lo dice y lo que plantea hacer.
Este período es el momento perfecto para lanzar las consignas básicas que definan la campaña y los ejes de trabajo en los que se enfocará el candidato. Uno de los errores más frecuentes al respecto es improvisar discursos o lanzar frases vacías sin un eje narrativo que sostenga la campaña.
Así, no solo se estaría perdiendo tiempo valioso de estrategia y comunicación, sino que también se avanza sin dirección y eso, tarde que temprano lo percibirá el electorado. Esta narrativa debe construirse sobre la base de los dos primeros aspectos aquí mencionados. Es decir, a partir de lo que se ha investigado sobre el electorado y en coherencia con el objetivo de campaña.
Por eso, no basta con hablar de democracia, la trayectoria personal o la transparencia. Los mensajes deben construirse de forma estratégica apuntando a aquello que hace eco en el electorado identificado, en sus necesidades y en sus expectativas.
Además de esto, el mensaje debe estar alineado con la imagen pública del candidato. No tiene sentido proyectar cercanía si el tono del discurso es frío o técnico. Tampoco sirve prometer transformación si el estilo es conservador o pasivo.
Por último, y este es un error bastante común, cambiar el mensaje según la moda o la coyuntura, genera contradicciones o incoherencia. Caer en lo anterior entorpece algo clave, la congruencia y solidez de la narrativa: un mensaje sostenido en el tiempo crea marca política y genera confianza.
f) No invertir en un equipo de trabajo y estrategia de financiación clara
Nadie ha ganado unas elecciones sin recursos y en solitario, eso está claro. No obstante, es común que en los primeros 30 días muchas campañas resten importancia a la construcción de un equipo profesional y a la planificación financiera. Y, en cambio, prioricen la exposición y el discurso, olvidando que, sin estructura ni presupuesto, incluso la mejor narrativa se desvanece.
Al respecto, es importante tener claro que un equipo competente no es solo un grupo de voluntarios motivados: también es fundamental contar con perfiles técnicos y estratégicos que puedan liderar áreas clave como la comunicación (on-line y off-line), relaciones con medios, logística, territorio y finanzas. Además, es fundamental que ese equipo comparta los valores del proyecto y tenga canales claros de toma de decisiones.
En paralelo, la estrategia financiera debe definirse desde el primer día: ¿con qué recursos se cuenta?, ¿cuáles son las fuentes posibles?, ¿qué gastos son prioritarios? Improvisar en este punto lleva al desgaste prematuro del equipo, a errores legales o a escándalos por falta de transparencia.
g) Intentar llegar a todos y terminar desdibujando el mensaje
Uno de los errores más frecuentes y menos reconocidos en los primeros días de campaña es querer agradar a todos los públicos, adaptando el discurso y las propuestas según la audiencia del momento. Esta estrategia, lejos de sumar apoyos, suele diluir la identidad del candidato y genera confusión en el electorado. Cuando una campaña no define claramente a quién se dirige y cuáles son sus prioridades, termina perdiendo fuerza y coherencia, dificultando la conexión auténtica con los votantes y dejando la sensación de oportunismo o falta de convicción.
Por eso, es fundamental segmentar el público objetivo y mantener un mensaje consistente, alineado con los valores y necesidades de los grupos prioritarios. Intentar abarcar todo el espectro electoral solo conduce a una campaña sin identidad, incapaz de movilizar apoyos sólidos. En cambio, enfocarse en los segmentos donde existe mayor afinidad y potencial de crecimiento permite construir una base de respaldo genuina y sostenible, consolidando la imagen y el liderazgo del candidato desde el inicio del proceso.
Invertir desde el inicio en una base sólida de operación —humana y económica— es lo que permite escalar, sostener y profesionalizar la campaña con el paso de las semanas. Si te quedaste con ganas de profundizar más te dejo este otro post 10 consejos para diseñar la estrategia de la campaña electoral y obvio si quieres ayuda profesional, estoy a tu disposición, contáctame.
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