Las redes sociales han transformado la comunicación institucional, exigiendo diálogo, escucha activa y una narrativa coherente. Ya no basta con informar: las instituciones deben construir comunidad, gestionar la crítica y profesionalizar su presencia digital para mantener legitimidad y confianza ciudadana en un entorno dinámico y desafiante.
La comunicación institucional debe informar y rendir cuentas, no convertirse en propaganda. Cuando se usa para la autopromoción, genera desinformación y desconfianza. Solo una comunicación clara, ética y transparente refuerza la legitimidad democrática y fortalece la relación entre gobierno y ciudadanía.
Medir el impacto de la comunicación institucional en redes sociales es clave para optimizar estrategias y fortalecer la relación con la ciudadanía. Definir objetivos, analizar indicadores y ajustar contenidos permite mejorar la eficacia, fomentar la participación y cumplir con la misión pública de manera más efectiva.