La elección presidencial en Costa Rica 2026 entra en su fase crítica: queda menos de mes y medio para la primera vuelta del 1 de febrero de 2026 y, si nadie alcanza el 40% de los votos válidos, el país volverá a las urnas el 5 de abril para una segunda ronda entre las dos candidaturas más votadas.
En este escenario tan ajustado, la encuesta IDESPO‑UNA de la Universidad Nacional de Costa Rica muestra que solo dos candidatas están logrando mover la aguja de manera real: Laura Fernández y Claudia Dobles. Sus curvas de crecimiento entre octubre y noviembre las sitúan en el centro de la batalla por el balotaje.
La encuesta telefónica de IDESPO-UNA —realizada entre el 21 y el 29 de noviembre de 2025— revela el dato más determinante de esta contienda:
el 43,9% del electorado aún está indeciso, pese a que el 62,7% afirma que sí irá a votar.
En términos estratégicos, esto significa:
La experiencia electoral reciente confirma esta volatilidad: según estudios del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP-UCR), alrededor del 27% del electorado costarricense decide su voto en la última semana .
Esto implica que la ventana real de decisión no se mide en meses, sino en semanas.
Pareciera que en Costa Rica los votantes define su opción en la última semana o incluso el mismo día de la elección, lo que confirma que la ventana de cambio real se mide en semanas, no en meses. Como habitual comento, y más tras nuestra experiencia en las elecciones prsidenciales de 2018, a nadie debe extrañar que quien va por debajo del margen de error de las encuestas dos meses antes, en las semanas previas a la elección encabecen la contienda.
En un sistema de doble vuelta con un umbral de 40% para ganar en primera ronda, esa dinámica tardía puede determinar no solo quién llega al balotaje, sino también con qué ventaja, condicionando todas las negociaciones de cara al 5 de abril.
Laura Fernández: consolidación, pero aún lejos del 40%
La encuesta muestra que Laura Fernández sube del 28,1% al 32,8%. Sus márgenes de confianza (29,5%–36,0%) la ubican muy por encima del resto, aunque todavía por debajo del 40% necesario para ganar sin segunda vuelta, lo que hace probable un balotaje salvo un salto adicional en enero que capture a buena parte de los indecisos.
Su base electoral es sólida:
Para su campaña, el desafío estratégico es claro:
transformar liderazgo en primera vuelta en posibilidad real de evitar un balotaje, o llegar a él con una ventaja estructural difícil de revertir.
La gran novedad entre octubre y noviembre es el despegue de Claudia Dobles, que casi duplica su intención de voto, pasando de 2,3% a 5,2%, prácticamente duplicando su intención de voto en un solo mes. Aunque sus cifras absolutas son todavía modestas, su ritmo de crecimiento la convierte en la candidata con mejor inercia política:
Dobles crece apoyada por un espacio político —Agenda Ciudadana— que intenta reconstruir la credibilidad del PAC tras las administraciones recientes.
Su reto estratégico: convertir crecimiento en intención firme y consolidarse como la candidata que puede disputar con Fernández el pase al balotaje.
Dobles lidera, junto con Ariel Robles, la preferencia entre electores universitarios y tradicionales, un segmento clave para transformar crecimiento en votos efectivos el 1 de febrero.
La estructura de preferencias de noviembre hace improbable que alguien distinto a Fernández supere el 40% en primera vuelta. La fragmentación del voto lo confirma:
Con este panorama, el verdadero combate no es por ganar la primera vuelta, sino por entrar en la segunda. En este contexto, el objetivo de las demás fuerzas es asegurar la segunda plaza para disputar el balotaje, más que ganar la primera ronda. Los movimientos de Dobles —su crecimiento en encuestas, la adhesión reciente de liderazgos calderonistas del Republicano Social Cristiano y su posicionamiento como candidata progresista moderada— la colocan como la competidora más clara por ese boleto.
Con la encuesta de finales de noviembre, la campaña entra en una fase corta donde los mensajes de fin de año, el arranque de enero y los debates de cierre serán determinantes para transformar indecisión en voto.
La principal razón de indecisión es la falta de información (56,4%), más que apatía o rechazo a todas las candidaturas, lo que deja espacio real para que las campañas que conecten con la ciudadanía logren saltos importantes en semanas.
Esto abre un espacio crucial para las campañas que:
Los indecisos son mayoritariamente mujeres, jóvenes de 18 a 34 años, con secundaria y de clase media, predominantemente católicos. Más concretamente, son:
Este perfil es clave para Dobles —clase media urbana, mujeres profesionales, electorado progresista moderado—, pero también constituye un grupo que Fernández puede atraer si proyecta continuidad y orden frente a inseguridad y presión económica.
La encuesta incluye un módulo de percepción sobre género que explica por qué dos mujeres lideran la contienda. Un 80,1% considera que más mujeres compitiendo por la Presidencia mejora la percepción de la política femenina, y un 84,4% cree que la presencia de candidatas incrementa el interés de otras mujeres por involucrarse. Aunque la mayoría rechaza la idea de que las mujeres tengan menos capacidad de decisión que los hombres, más de la mitad cree que la sociedad les exige demostrar más competencia. En este contexto, la eventual presencia de Fernández y Dobles en segunda vuelta no es solo un dato electoral, sino la expresión de una reconfiguración cultural del liderazgo político en Costa Rica.
Esto conecta con tendencias regionales: En América Latina, mujeres con perfiles técnicos están adquiriendo peso electoral creciente.
Si usáramos google trends para hacer una predicción, herramienta que por otro lado ya nos ha dado más que una lección en el pasado, veríamos como el interés por Claudia se dispara.
Aún así, y con el calendario electoral encima, los escenarios razonables hasta febrero son: Fernández consolida liderazgo y se acerca al 35%, pero superar el 40% será difícil sin una fuerte concentración del voto útil.
El segundo lugar se disputa entre Ramos y Dobles: si el PLN no recupera dinamismo, la coalición de Dobles, apoyada en universitarios y mujeres urbanas, podría desplazarlo.
Ariel Robles y otras candidaturas mantienen nichos limitados —jóvenes universitarios, votantes no creyentes—, pero en un contexto de voto útil y campaña corta tienden a concentrarse en los principales contendientes al balotaje.
El diseño institucional de doble vuelta —1 de febrero y eventual 5 de abril— convierte las próximas semanas en el corazón de la contienda. En este horizonte estrecho, la verdadera batalla no es solo quién lidera, sino qué mujer —Laura Fernández o Claudia Dobles— logra convertir su tendencia de crecimiento en un pase seguro a la segunda vuelta que definirá el rumbo político del país para el próximo cuatrienio.
Diversos analistas costarricenses anticipan que, en un eventual balotaje entre Fernández y Dobles, esta última tendría una ventaja amplia. En cambio, un escenario Fernández-Ramos favorecería a Fernández, debido al elevado nivel de rechazo que enfrenta el Partido Liberal entre segmentos clave del electorado. Sin descartar, como ya venía diciendo al principio del post, que en Costa Rica todo puede pasar, y que al final quienes pasen a la segunda ronda, no tengan por qué ser los que ahora despuntan. Para esa opción, siempre tenemos las Tácticas de última milla: cómo ganar cuando todo parece perdido.
La elección de 2026 no se jugará por ideología, sino por:
En un contexto donde casi la mitad del electorado está indeciso, las campañas que no profesionalicen su estrategia perderán semanas esenciales. Las elecciones no las gana quien tiene más simpatía, sino quien toma mejores decisiones con información precisa.
Laura Fernández y Claudia Dobles encabezan una elección marcada por:
Las campañas que comprendan este momento —y actúen con estrategia, datos y comunicación profesional— definirán el rumbo del próximo cuatrienio.
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