La debacle del bipartidismo es fruto del agotamiento que las estructuras políticas tradicionales y la propia comunicación política sufren en Europa.
Hace mucho que se veía venir la debacle del bipartidismo, tanto en España en particular como en Europa en general, modelos políticos del pasado que se enfrentan a la ley de la fractura y a la nueva ciudadanía digital, algo que venimos diciendo hace mucho:
El uso de los medios sociales se ha ido implantando en la sociedad con un desconcertante impacto político para las estructuras tradicionales democráticas y de mediación, como la prensa tradicional y los partidos políticos. Política y dinero, sacudidas por una conversación pública global, sin fronteras ni territoriales ni idiomáticas.
Esta nueva sociedad-red hunde sus raíces en nuevos valores y principios de marcado carácter político (por cuanto son fenómenos deliberativos y de acción) causando en la política –entendida como establisment- una crisis de mediación y representación, agravada por una evidente falta de liderazgos. Una nueva realidad política impulsada por un cambio tecnológico que, una vez más, es comunicativo.
Y tras los resultados electorales españoles, nos encontramos una propuesta que en esta ocasión ha sabido ocupar una nueva forma de entender la comunicación política, en forma de un partido -una vez más con la cara de una persona- pero con un fuerte mensaje colectivo: «ahora podemos«.
Y la cuestión ahora es, ¿sabrá esta nueva «esperanza» capaz de entender, asumir como propios y trasladar los principios y valores del 2.0? ¿Tendrá un éxito efímero? o será éste el principio de esta nueva revolución tecnológica y social que más allá de la sorpresa sepa canalizar esta nueva forma de afrontar la comunicación política del siglo XXI basado en los valores de la ética hacker.
Sin lugar a dudas, estamos viviendo una nueva era de la comunicación política, siendo los partidos tradicionales (el bipartidismo) los más golpeados por no haber querido entender ni compartir los fundamentos de esta nueva era:
Partidos y sindicatos que pierden el respaldo de la base social por una total desconfianza de la ciudadanía hacia estructuras políticas del pasado, muy relacionadas con el control, la fuerte jerarquización y centralización del poder, ocultación de información y opacidad, sumado al descrédito y la corrupción.
Durante mis últimas conferencias planteaba esta pregunta: ¿es compatible esta nueva Sociedad-Red con el sistema actual político?
¿Y qué ha ocurrido con propuestas como el partido X y movimiento Red? ¿el triunfo de Pablo Iglesias es su propio nombre? ¿el uso efectivo de la tecnopolítica? ¿No eran el partido X o el Movimiento en Red los representantes de la Sociedad-Red? Muchas cuestiones y preguntas que estoy seguro que en los próximos meses irán teniendo respuesta.
El otro debate existente en esta mañana post-electoral es: ¿Hemos pasado de “la verdad del medio de masas” a tengo el poder de comunicar? ¿o sigue siendo la televisión la que empodera? ¿De veras pasamos de «Los medios son el mensaje» a «El mensaje son las personas» ? ¿Es Podemos un nuevo UPyD, era realmente Partido en Red la respuesta que la Red esperaba y que lamentablemente no llegó?
Muchas, muchas reflexiones y preguntas, pero de algo estoy convencido, la necesidad de una nueva comunicación para una nueva política del siglo XXI, en la que primen valores como conversación, meritocracia, honestidad, compromiso y anti-corrupción.